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«¿Qué quieres que haga por ti?»

Mc 10,46-52

Hoy, Jesús se acerca a Bartimeo como Dios Padre cuida a su pueblo en el destierro. El consuelo de Jesús llena de alegría al ciego porque experimenta un nuevo Dios, un nuevo camino. 

San Marcos nos presenta la escena de la curación de un ciego, Bartimeo, que se extiende a la posibilidad de sanar otras cegueras. Jesús es capaz de hacer del clamor de los humildes un canto de fe y esperanza. Así, Dios cambia el cautiverio en libertad, la soledad en comunión, las lágrimas en alegría (cf. Sal 125,6).

En este caso, un ciego se convierte en discípulo y nos marca también la pauta del ser discípulos. Es un llamado a la corresponsabilidad, a escuchar y participar en la misión de la iglesia, en el mismo sentido del pedido que Jesús hace al padre ‘que todos sean uno’ (Jn 17,21).

Fr. Javier Abanto O.P. | Convento de Santa Sabina (Roma)
Fuente: www.dominicos.org

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