Era previsible que el confinamiento y las restricciones de aforo impuestas para frenar la pandemia del coronavirus en el año 2020 afectaran también a la Parroquia. En primer lugar, porque durante varios meses no pudimos asistir a las celebraciones en el templo, con todo lo que eso supone. Y también, porque la pandemia ha afectado a la economía de las familias y por tanto a la de la parroquia, puesto que esta se nutre únicamente de las aportaciones de los fieles y no recibe aportación ni subvención alguna del estado.
La frase “Dios proveerá” se ha hecho realidad, más que nunca, este año pasado en nuestra parroquia y seguro que también en otras muchas. Era el mejor momento de arrimar el hombro, porque Dios también “nos quiere necesitar” a nosotros para que su providencia siga actuando: “Desde el principio, junto con el pan y el vino para la Eucaristía, los cristianos presentan también sus dones para compartirlos con los que tienen necesidad” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1351). Tal vez el dinero nos parezca algo poco “espiritual”, pero un termómetro para ver cuánto nos importa la Iglesia es preguntarnos cuánto estamos dispuestos a “rascarnos el bolsillo” para ayudarla puesto que depende enteramente de nosotros los cristianos el que se siga manteniendo a flote.
Siguiendo la premisa de la Iglesia Católica de ser transparente y rendir cuentas a la sociedad, también nuestra Parroquia, se une a esa línea informativa y comunica las cuentas del año 2020, para que todos los fieles podáis conocer lo que se ingresa y en que se emplea ese dinero donado. Las cuentas de 2020 puedes conocerlas si pinchas aquí.