Ya hemos celebrado el Domund, el “día grande” de las misiones, con el lema “Seréis mis testigos”. En su Mensaje para esta Jornada, el Papa nos ha dicho que “cada cristiano está llamado a ser misionero y testigo de Cristo”. En alguna de las misas lo hemos expresado con una ofrenda que muestra cómo por nuestro bautismo todos somos llamados, efectivamente, a la misión y a la santidad. ¡Nada menos! Dos flores que brotan de la misma tierra…
Más adelante, hablando de algunos de los impulsores de grandes iniciativas misioneras, como la que acabó llevando a crear esta Jornada del Domund, Francisco añade: “El mismo Espíritu que guía la Iglesia universal inspira también a hombres y mujeres sencillos para misiones extraordinarias”. No vale decir: “Yo no valgo para la misión, porque soy pecador, imperfecto, normalito…”. Porque nosotros no somos el centro: el centro es el Espíritu Santo, que, para la labor misionera se sirve de hombres y mujeres sencillos… ¡como todos nosotros!
En el Grupo Misionero de Santa Paula estamos convencidos de que esto es así y, por eso, este año queremos ahondar en algo tan bonito como la espiritualidad misionera y en cómo esta puede ayudarnos a dar un nuevo sentido a nuestro día a día, en las relaciones y encuentros cotidianos; y siempre, con la mirada puesta en ese gran ejemplo que son los misioneros. Nos reunimos los martes, después de la misa de la tarde, y quien quiera asomarse para ver “de qué va esto” (y, si se anima, quedarse) tiene siempre las puertas abiertas de par en par.
Pero, igual que, como dice el Papa, “los misioneros de Cristo no son enviados a comunicarse a sí mismos”, sino al Señor, también nosotros aclaramos enseguida que, si os invitamos a participar, no es porque el Grupo Misionero sea un fin en sí. Lo que queremos es ser como una semilla o un signo que ayude a vivir en clave misionera a todos los que formamos la parroquia, estemos en el grupo que estemos, o aunque aún no nos hayamos animado a participar en ninguno.
¿Que somos pobres instrumentos para esta misión? Pues sí… Pero, como dijo alguien, es mejor hacer “algo” imperfectamente que “nada” perfectamente. Y estamos dispuestos a que este Domund sea solo el principio.