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El rincón del feligrés

Mari Cruz de Gregorio

“No hay felicidad más grande que saberse hija de Dios”.

Me llamo Mari Cruz y soy madre y abuela. Cuando me casé, vine a vivir al barrio de Canillas y, como entonces no trabajaba, tenía tiempo para ir todos los días a misa, pues yo recuerdo haber tenido fe desde siempre y haber estado vinculada a la iglesia toda mi vida, -incluso en el pueblo-, primero en San Blas con don Juan y más tarde en Santa Paula, prestando servicios en todas las actividades que podía. Actualmente formo parte del grupo de madres.

¿Cómo te presentarías para que la gente de la parroquia te conozca?

Yo siempre había querido pertenecer a algo, a un movimiento y como entonces, en Santa Paula no lo había, comencé en el grupo de la Legión de María en la parroquia de Nueva Esperanza, pero al cabo de casi tres años, fui madre y por el tema de los horarios, lo tuve que dejar. Mientras tanto, yo seguía vinculada a Santa Paula y por ello, don Juan me pidió dar catequesis, pero yo seguía con la inquietud de conocer más mi doctrina y me apuntaba a todas las charlas que daban sobre formación, tenía muchas ganas de aprender.

Conocí la Milicia de Santa María de los Cruzados, orientada a matrimonios y como Jaime, mi marido, no quería comprometerse, asistía a lo que me permitían y al final terminé dejándola, pero seguía añorando un lugar donde desarrollar mi fe. Y siempre pensaba: “Señor, ¿dónde está mi carisma, en qué lugar voy a encajar yo?” Y así pasaron, más de 40 años, hasta que conocí el movimiento de los “laicos consagrados por la santidad de los sacerdotes” que me hizo muy feliz y me di cuenta de que ese era mi sitio, pero todo esto sin dejar Santa Paula.

Vino el padre Basilio y pasé a ocuparme de la catequesis de los jóvenes de postcomunión y de confirmación y eso hizo que me integrara en el grupo de madres, que apoyamos al grupo de jóvenes organizando mercadillos y lo que haga falta…

¿Qué te aporta la parroquia, que crees que puedes aportar tú, que puede aportar la parroquia al barrio?

La parroquia me aporta todo lo que necesito para vivir con paz y confianza. Siempre he creído que formar parte de un grupo te hace crecer en la fe y llegar al conocimiento de Dios. El grupo te arropa, conoce tus problemas, te apoya con la oración y estableces una relación tan estrecha con estas personas que terminan siendo una segunda familia para ti.

Mi percepción es que dentro de la parroquia, de la iglesia se vive la doctrina de una forma más auténtica, más ordenada y sigues más a Dios y no a los hombres; para mí fuera de la iglesia, siempre surgen las dudas, la idea de yo creo, yo pienso y Dios ya ha pensado por ti, todo lo bueno, tú solo tienes que decir sí a ese Dios y eso es más fácil hacerlo dentro de un grupo, porque esa pertenencia te enseña a ser más tolerante, más contantes, más fiel, y además, porque si fallas, no le fallas a la gente, sino a Dios. En el grupo aprendes a obedecer, a aceptar a las personas como son, te guían y te tienes que dejar guiar. Si no tienes un grupo, te desvías de la verdadera doctrina, salvo que tengas un buen director espiritual, pero hay muy pocos buenos.

En la parroquia, el Señor me ayuda a través de la Eucaristía, la oración y los sacramentos a vivir y crecer en la fe, que para mí es fundamental.

Toda esa experiencia se transforma en una alegría tal, que tenemos que reflejarla y mostrarla a todos los demás, no solo a los del barrio, porque no hay felicidad más grande que saberse hija de Dios y sentirse querida y amada por ese Dios que es padre, hermano y amigo. Que gran don es la fe.

Una respuesta a «Mari Cruz de Gregorio»

Que gran experiencia de fe, me encanta leer algo tan autentico y que lo ha vivido alguien real, que conocemos, con la que compartimos tantas cosas. Que bonito sería que todos pudiéramos sentir una fe tan grande como Mari Cruz. Gracias por compartirlo

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