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El rincón del feligrés

Carmen Roldán

Voy a la parroquia para que me ayude a cumplir el mandato del Señor “Amarás al prójimo como a ti mismo”

¿Cómo te presentarías para que la gente de la parroquia te conozca?

Mi nombre es Mary Carmen, tengo 80 años, estoy casada y tengo dos hijas y tres nietos. He trabajado durante 40 años en una multinacional francesa y estoy jubilada desde hace 20 años.

Mi formación religiosa se limitaba a la que me proporcionó mi propia familia y el estudiar en un colegio religioso.

Vivo en el barrio desde que me casé, hace 52 años y comencé yendo a la Ermita, entonces Parroquia de Santa Paula, cuyo párroco era Don Juan. Allí bauticé a mis hijas, estudiaron en el Colegio Cabrini y allí hicieron la Primera Comunión y también la Confirmación. Durante esa época mi vinculación con la parroquia se limitaba al cumplimiento dominical.

En el año 2010 dejé de acudir a Santa Paula y empecé a ir a la Parroquia Maria Virgen Madre y al cabo de 4 ó 5 años volví a la nueva Parroquia de Santa Paula.

¿Qué te aporta la parroquia, qué crees que puedes aportar tú, qué puede aportar la parroquia al barrio?

He podido aumentar mi fe en el Señor y en la Santísima Virgen, esa fe en un Dios al que no puedo ver, pero sí sentir y eso lo he podido comprobar en los momentos más duros y difíciles ya que en esas situaciones Él ha estado ahí con su mano tendida dándome su ayuda y sus consejos.

Me ha permitido una mayor integración en ella, al formar parte de los grupos de oración de las madres por los hijos y en el de limpieza, así como pertenecer al coro, donde en las celebraciones solemnes, junto con mi amiga y compañera Mary Carmen, toco las castañuelas.

Esta integración en la parroquia me ha permitido conocer a un grupo de personas con las que tengo una gran afinidad lo cual hace que tengamos un trato muy especial entre nosotros.

Mi aportación a la parroquia es la ayuda que presto en las ocasiones en las que me lo solicita.

La parroquia, por medio de los sacerdotes, atiende las necesidades espirituales y sociales de todos los que acuden a ella.

Lo más importante es que es presencia viva de nuestra fe y difusora del Evangelio de Jesús, en tiempos tan difíciles como los que vivimos, así como formadora de buenos cristianos que ayuden a mantener y extender la palabra de Dios y esa fe que profesamos.

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