Soy Alejandra Fernández, (para los amigos Jandri), estoy casada con Emilio, tengo dos hijos y tres nietos. Toda mi vida laboral la he desarrollado trabajando hasta mi jubilación en la Agencia Tributaria.
¿Cómo te presentarías para que la gente de la parroquia te conozca?
Aterricé por causalidad con mi familia, allá por el año 1980, en el barrio de Canillas y como consecuencia de ello, acudí como feligresa a la Parroquia de Santa Paula, en donde mis hijos se prepararon y recibieron juntos la Primera Comunión y también la Confirmación.
Durante varios años colaboré en el grupo de Cáritas e impartí catequesis, también formé parte del grupo de matrimonios que entonces existía y continúe después también en la Parroquia vecina María, Virgen, Madre.
Nací en una familia católica y me formé en un colegio religioso, si bien, debo reconocer que aún no vivo mi fe con toda la intensidad que sería de desear.
¿Qué te aporta la parroquia, qué crees que puedes aportar tú, qué puede aportar la parroquia al barrio?
La Parroquia me permite conocer a personas de diferentes sensibilidades que sienten mi mismas inquietudes. Acudo a ella no solo para mantener mi fe, sino para aumentarla, pues soy consciente del mucho bien que nos hace a las personas las enseñanzas de Jesús, llenas de valores que son fundamentales para la vida cotidiana, que desarrollamos tanto en el entorno familiar, como en el trabajo y con el resto de las personas con las que tratamos.
La parroquia, a través de la gran labor que hacen los sacerdotes, esta abierta a atender las necesidades, tanto espirituales como las básicas materiales, a través de los servicios sociales de Cáritas, de todos los ciudadanos que acuden a ella. Es la transmisora de la fe a las sucesivas generaciones y la que administra los Sacramentos, tan necesarios para mantener una buena relación con Dios y con el prójimo.