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Roquetas 2021, un testimonio

Si os dicen la palabra inmigración, ¿en qué pensáis?

Hasta antes de la experiencia de Roquetas 2021, a mi solo se me hubiesen pasado por la cabeza zonas de fronteras, África, Marruecos, ONGs… Sitios de los cuales yo me sentía muy lejos y sin capacidad de acción.

Toda mi perspectiva sobre inmigración cambió después de vivir la experiencia de Roquetas. Primero, os cuento en que consistieron los días allí para ubicaros. Después, os contaré como la he vivido yo. Roquetas es un lugar situado en Almería, dentro de Roquetas encontramos el barrio de las 200 viviendas, donde todos sus habitantes son inmigrantes (la mayoría de ellos trabajan en los invernaderos de plástico). Al lado de las 200 viviendas está Cortijos de Marín, donde hemos estado este año haciendo el campamento. Por las mañanas hacíamos dicho campamento con diferentes actividades para los niños de Cortijos de Marín, así se entretenían jugando. Y por las tardes, hacíamos dos turnos de clases de español para adultos. Proyecto Roquetas se lleva haciendo en la parroquia varios años, los que han ido, nos contaban siempre sus experiencias, pero hasta que no lo vives no eres consciente de nada. Me imagino que os pasará lo mismo a los que leáis esto, pero aun así voy a contaros lo que he vivido yo lo mejor posible. Por las mañanas, en el campamento los niños te recibían con sus mejores caras, se preocupaban mucho unos por otros. Y el cariño y la confianza que cogimos en tan solo 5 días fue espectacular e increíble, a mi el último día, como creo que a todos los que fuimos, se me hizo el alma pedazos, de pensar que no les iba a volver a ver, ni saber más de ellos durante el año. Pasé una angustia horrible, pero al fin y al cabo eso significaba que habíamos pasado una semana muy buena con ellos y que todos habíamos disfrutado un montón.

Roquetas es totalmente otra realidad, la cual a mi se me hacía impensable que solo estuviese a 5 horas de mi en coche desde Madrid. Y todo esto sin hablar de las clases de español. Teníamos más o menos a dos personas por cada uno de nosotros en cada turno.

En mi primer turno de las clases tenía a dos alumnos: Issouff y Faguimba. Issouf apenas llevaba un mes en España, y he de decir que yo a ellos solo les enseñé los colores y como pude, pero la cantidad de cosas que me llevé yo de ellos es innumerable. Aprendí muchísimo sobre la cultura musulmana, me contaban su día como buenamente podían, se me rompía muchas veces el alma al oirles, pero a la vez me alegraba verles porque siempre, pero SIEMPRE, venían con ganas de aprender, de preguntarme, de vernos, les cogí un cariño inmenso, que jamás hubiese imaginado. Igual que a mis otros dos alumnos del segundo turno: Brahima y Harouna. Los del segundo turno llevaban algo más de tiempo en España, por lo que mis conversaciones con ellos eran más fluidas, de ellos me llevé muchísimos momentos, miradas de esperanza, alegría… Siento que todo lo que viví es indescriptible, porque lo es, cada uno de los que fuimos seguro que se llevó lecciones diferentes. Pero desde luego que a mi me enseñó que tenemos más cerca de lo que creemos ambientes en los que podemos ayudar, me enseñó muchísimo sobre otras culturas, me abrió la mente y me desmoronó esquemas por completo, aprendí sobre racismo y mil cosas más. Muy agradecida estoy también de poder haber vivido la experiencia con un grupo de mi parroquia y con José Luis. Además de Oscar y Jean Luc, dos padres blancos que trabajan todo el año en Roquetas. Son maravillosos y de ellos también aprendí mucho. Nunca antes había visto tan claro como en ellos, el ser movidos por una razón tan fuerte (Dios) como para hacer lo que hacían (han dejado atrás su familia, amigos y se enfrentan a mil cosas admirables…).

Paloma González

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