Desde 1992, la Iglesia celebra anualmente el 11 de febrero, memoria de Nuestra Señora de Lourdes, la Jornada Mundial del Enfermo. Un día para recordar que no podemos dejar solo al que sufre y para rezar por todos los enfermos.
En su Mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo 2021, el Papa Francisco dice que la cercanía es un “bálsamo valioso” para quien sufre la enfermedad. Desgraciadamente, muchos enfermos de Covid, no han podido tener la proximidad de sus seres queridos en los momentos más difíciles de la enfermedad. Eso nos ha ayudado a ver lo importante que es estar cerca del que sufre: tomar su mano; darle una palabra de consuelo; decirle que su sufrimiento no es inútil, que convertido en oración es fecundo para la evangelización.
En torno a esta Jornada del Enfermo, hemos conocido testimonios de cristianos que han encontrado su vocación sirviendo al enfermo. Un sacerdote diocesano de Jerez que está como misionero en Perú decía estos días que “no se puede acompañar al enfermo en la distancia, hace falta la cercanía”, por eso él quiso estar cerca de quienes más lo necesitaban al otro lado del Atlántico. Otra religiosa, de las Ministras de los Enfermos y enfermera de profesión, que ha entregado su vida a Dios sirviéndole en un hospitalito en la selva africana, está experimentando ahora como paciente la enfermedad. Un cáncer que recibe como un don, porque cree que puede ser muy útil a sus enfermos, ofreciendo por ellos su propio sufrimiento.
Pero no hace falta irse lejos para cuidar con cariño a los enfermos, porque ellos están muy cerca de nosotros. ¡Cuántas familias de la parroquia viven el dolor de algún enfermo en su propia casa, y quitan horas al sueño para atenderlos y cuidarlos! ¡Cuántos feligreses de Santa Paula, probados por la enfermedad, son para nosotros un testimonio de coraje y fortaleza! ¡Cuántas oraciones de la comunidad parroquial por todos ellos! Y nuestro párroco, el padre José Luis, como capellán de hospital, siente como Jesús preferencia por los enfermos, y da “gracias a Dios que manifiesta su gracia en nuestra debilidad”.
También él, cuando era capellán de un centro de esclerosis múltiple, tuvo “la suerte de conocer a una misionera que decía que su enfermedad le había enseñado lo que era ser de verdad hija de Dios. Nos enseñaba que gracias a su debilidad había experimentado el amor de Dios a través de los cuidados de los demás”. Ahora, nuestro párroco sabe eso por su propia experiencia: “Lo veo constantemente en los cuidados y el cariño que pone el personal sanitario en el Hospital Nuestra Señora de América del que ahora soy capellán. El trato al enfermo desde la cercanía y el cariño ayuda mucho a los pacientes. Y también la oración y las intercesiones que hacemos todos los creyentes por los que sufren tienen un gran valor y son de mucha ayuda”.
Una respuesta a «Jornada Mundial del Enfermo»
Magnífico relato, que maravilloso y extraordinario el servicio que presta cada una de las personas que se entregan en alma y cuerpo a los demás en especia a los enfermos, de hay que nuestras oraciones sirvan para su fin.