Hoy, 12 de febrero, celebramos el día del ayuno voluntario, y el próximo domingo 14, la Jornada Nacional de Manos Unidas y Campaña Contra el Hambre. Con el lema «Contagiar solidaridad para acabar con el hambre», la ONG católica nos invita a ser generosos en la colecta que se realice en las Misas del próximo domingo, y que irá destinada a financiar los proyectos al desarrollo de Manos Unidas en los países más empobrecidos.
Desde que se inició la pandemia del coronavirus, se han contagiado en el mundo más de 100 millones de personas, y esta cifra nos produce escalofrío. Sin embargo, hay números todavía más dramáticos a los que nos hemos “acostumbrado”. Cada año, más de 800 millones de hombres, mujeres y niños padecen hambre en el mundo. Por eso, no es extraño que Manos Unidas considere el hambre “la mayor pandemia que sufre el planeta”; una pandemia todavía más grave si se tiene en cuenta “que lleva décadas cebándose con la vida de millones de seres humanos”.
La presidenta de Manos Unidas, Clara Pardo, ha dicho que es inaceptable que la crisis sanitaria a la que nos enfrentamos, sin precedentes en el último siglo, “esté relegando al olvido a otras crisis y emergencias que matan y causan más estragos que el virus y de las que nunca nadie parece acordarse: el hambre y la pobreza”.
En el inicio de lo que hoy es Manos Unidas, allá por 1960, hubo un grupo de mujeres de Acción Católica que relacionaban el “hambre de pan” con el “hambre de Dios”. Eran mujeres de fe, que no permanecían indiferentes ante el sufrimiento de los demás, y ese espíritu dio origen a la que es hoy la ONG de la Iglesia católica española para la promoción y el desarrollo de los países empobrecidos. Ese es también el espíritu que podemos cuidar entre todos, porque si de verdad nos creemos −como recuerda el Papa Francisco− parte de la gran familia humana, ningún hermano nuestro debería pasar necesidad.