Blas de Sebaste se dedicó a la medicina, lo que ayudó a que poco a poco fuese siendo más
conocido aprovechando para predicar la fe cristiana. Estos motivos propiciaron que San Blas
fuese electo como obispo de Sebaste.
San Blas se exilió a los bosques por la terrible persecución ejercida por el gobernador, allí
continuó su labor de predicación a las poblaciones más cercanas a su refugio, se dice que San
Blas mantenía un profundo afecto por los animales tanto que estos le hacían compañía y
recibían su curación.
En una ocasión tal cantidad de animales le acompañaban que los cazadores fueron atraídos
hacia él, San Blas les ahuyentó y los cazadores le tomaron como prisionero. Le llevaron a la
ciudad más cercana y fue recibido apoteósicamente por la gran popularidad que había
conseguido. El gobernador de la ciudad le ofreció multitud de regalos a cambio de que
abandonase el cristianismo, este lo rechazó y el gobernador ordenó que le matasen, durante el
trayecto el mártir se mantuvo firme en la fe y prosiguió bendiciendo a la gente y curando a los
enfermos (durante este trayecto curó al niño que se ahogaba con una espina) hasta que fue
decapitado por los soldados.
Cada 3 de febrero en Canillas, gracias a las relaciones de Felipe II con el conde de Canillas y a la
donación de una reliquia del santo (actualmente perdida), se celebra una gran fiesta cargada
de devoción y alegría al grito de ¡Viva San Blas! y ¡Vivan los canilleros! Este día celebramos la
memoria de nuestro querido patrón ¡San Blas!, quien nos protege de todos nuestros males y
nos ayuda con su favor.