El pasado lunes 6 de octubre, con la vista puesta ya en el Domund (domingo 19), la adoración “Diálogo con el Señor” que preparan los jóvenes de Santa Paula ha tenido un “orante” especial: el P. Rolando Ruiz, misionero javeriano. Esta fue su oración ante el Señor, que podemos hacer nuestra especialmente en este “mes de las misiones”:
“Gracias, Jesús. Gracias por este momento sencillo y profundo para hablar de la misión, para hablar contigo y meditar sobre esa misión bellísima, que es la misión de Dios: la misión de Dios en la humanidad, la misión de Dios llevando Evangelio.
Gracias, porque llamas a hombres y mujeres a dedicarse enteramente a esa misión y anunciar al mundo entero. Son corazones que se unen a ti para llevar Evangelio, para llevar misericordia, para descubrir junto a otros hermanos y hermanas tu rostro, en medio de pueblos, de culturas, de religiones; en medio de una humanidad que tiene sed de ti.
Gracias por inspirar en los corazones el salir de uno; el salir del país, de la familia; el salir al estilo tuyo, que sales de la casa del Padre para tomar nuestra condición humana. El despojarse de la propia lengua, de la propia comida, de las costumbres, para entrar en otro pueblo, con otra lengua, con otra cultura. El descubrir tu presencia en medio de tantos hombres y mujeres esparcidos por la humanidad, por el mundo.
Gracias una vez más, porque estás presente aquí y estás presente allí; porque ese misterio de tu amor se hace presencia, se hace presencia a través del Pan, del Pan partido; a través de esta manera tan tuya de darse como alimento. Gracias una vez más por unirnos aquí todos juntos, orando, adorándote, escuchándote, pidiéndote perdón por nuestros egoísmos, por no saber salir de nosotros o por mirarnos al ombligo mucho.
Gracias por tu mirada misericordiosa que recorre las heridas de una humanidad que tiene sed de ti, que recorre realidades donde hay indigencia y precariedad, pero no solo material. Te pedimos, Jesús bueno, Jesús cercano, un corazón como el tuyo, que mira al herido en el camino, que cura sus heridas, que hace montar en tu cabalgadura y lleva al posadero. Te pedimos un corazón fuerte para ser fieles a Ti; para seguir esperando a pesar de tantas angustias que encontramos; para saber que tu semilla de Evangelio sigue creciendo. Nuestro trabajo simplemente es de llevarla, de sembrarla, y poder ver y observar, como el Padre mira, cómo crece, cómo contagia, cómo llega a corazones tan diversos y tan distintos, y penetra en lo más profundo.
Te pedimos por esos misioneros y misioneras que a veces están tristes, se desaniman, cuando vuelven al país y ven un desasosiego, un olvidar a Jesús, en sus familias, en sus entornos; cuando escuchan a los cristianos de su país: “¿Son como nosotros?”. Misioneros y misioneras que han descubierto la paciencia, que han descubierto que tu Palabra cala el corazón, y que, a pesar de muchos momentos difíciles, no defrauda. Es una Palabra fuerte, es una Palabra que convierte desde el interior.
Decía Teresita del Niño Jesús: Dios pone en el corazón desear lo que Él te quiere dar. Ella tenía un alma misionera; quería llevar tu Evangelio a los rincones más recónditos, a las islas más lejanas. “Quisiera haber sido misionera desde toda la eternidad y por toda la eternidad”.
Regálanos ese sentimiento: regálanos este “amarte y hacerte amar”; amarte y descubrirte presente en nosotros. Regala una vez más a tu Iglesia el deseo de llevar tu Evangelio por doquier. Desde luego, aquí, en nuestro trabajo, en nuestros entornos; pero a lo más lejano, a los que no conocemos, a los que son nuestros hermanos y esperan allí esa presencia.
Gracias, Jesús; gracias por hacernos participar de esta humanidad rica y bendecida. Gracias por dar sentido a nuestros corazones. Gracias por hacernos acompañar de hermanos y hermanas desconocidos. Gracias por su manera de evangelizar, de acoger tu Evangelio, de redescubrirnos que es precioso escucharte, seguirte y amarte, y es aún más precioso dejarnos hacer por Ti para repetir de alguna manera tu presencia, para seguir caminando contigo en esta humanidad nuestra.
Tú sabes lo que hay en nuestros corazones y Tú sabes lo que necesitamos. Contágianos tu amor misericordioso, tu mirada compasiva. Contágianos tu deseo de estar junto al Padre y de llevarnos ahí a todos nosotros; y que podamos hacer experiencia de que quien te ve a Ti ve al Padre”.
La noticia fue también publicada en la página de la Delegación Diocesana de Misiones de Madrid el pasado martes 7 de octubre: https://misionesmadrid.omp.es/la-oracion-de-un-misionero-entre-los-jovenes/
