Me llamo Amparo Perrino. Tengo 77 años. Estoy casada, tengo 3 hijas y 2 nietos. Llevo viviendo en el barrio 37 años.
Yo me incorporé a la parroquia Santa Paula cuando empezó el campamento. Los jóvenes tenían muy pocos medios y ellos organizaban una fiesta detrás de la ermita de San Blas. Para ayudarles, las madres preparábamos bocadillos y tortillas que se vendían en la fiesta. También hicimos algún mercadillo.
Soy cofrade de la Hermandad de San Blas y colaboro en la fiesta del santo vendiendo rosquillas, y con las velas. En la parroquia formo parte del grupo Misionero y del grupo de madres. Este año hemos creado otro grupo de oración para pedir por nuestros hijos. Enriquece mucho orar en grupo, es un apoyo especialmente en los momentos que hay dificultades y enfermedad.
Toda mi vida me he criado en un ambiente católico y la parroquia es para mí un sitio familiar. En ella se ha fortalecido mi fe y el sentirme hija de Dios.
Creo que la Eucaristía es lo más grande que tiene un cristiano y vivo los sacramentos con intensidad. Puedo agradecer lo que la parroquia me ha ayudado espiritualmente, y Santa Paula puede contar conmigo para todas las actividades en las que me necesite.
La parroquia es importante en el barrio, porque aunque no seas practicante, sabes que en algún un momento la puedes necesitar y ella siempre está abierta, y es acogedora.